Radicalizando los instrumentos teóricos elaborados por Foucault, Derrida, Lacan, Beauvoir o Wittig, Judith Butler propone a finales de los 80 una de las lecturas filosóficas más incisivas sobre la identidad de género y sexual. El género lejos de ser una verdad anatómica o psicológica aparece en su clásico El género en disputa como un ficción cultural, como el efecto performativo de una repetición estilizada de actos que acaban naturalizándose y produciendo la ilusión de sustancia. Esta definición inédita provocará lo que hoy podemos considerar como un “giro performativo” en los estudios feministas cuya potencia crítica afectará a dominios tan distantes como la teoría poscolonial, los estudios visuales o el análisis literario.
En los últimos años, en Cuerpos que Importan, El grito de Antígona o en su más reciente Deshacer el género, Judith Butler ha elaborado algunas de las reflexiones más provocadoras sobre el estatuto legal de la identidad sexual, la gestión política de la intersexualidad y la transexualidad, la normalización del cuerpo, la transformación actual de las instituciones de filiación, pareja y familia, los derechos de las minorías sexuales, así como sobre la identidad frente a los imperativos culturales, legales o religiosos.
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